Una vez alcanzado el nivel óptimo de secado, la madera entrará en fábrica y dará comienzo el proceso de tostado, parte fundamental en el arte de la tonelería ya que proporcionará una modificación en la estructura y la composición química de la madera.
Es el fuego quien manda sobre el tostado de la duela, que será, según su duración, ligero, medio o fuerte en función de las necesidades del cliente. El tiempo de tostado, la intensidad del fuego y la temperatura varían el perfil organoléptico de los compuestos que la madera proporcionará al contenido, por tanto la elección de dicho proceso será decisiva para conseguir el aroma, sabor y color que el cliente persigue.
El grado de tostado permitirá además caramelizar los azúcares de la madera, es decir, influir de alguna manera en el perfil aromático. Así, con un tostado ligero se extrae un mayor aroma produciendo sabores de coco, vainilla o sabores afrutados. Un tostado medio confiere un mejor equilibrio sensorial aportando sabores a miel, café o frutos secos tostados. Y un tostado fuerte elimina la agresividad de los taninos produciendo sabores caramelizados.